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Contra el olvido

Homenaje en letras con recuerdos y nostalgias dirigidos a Miguel Bazán, un ferroviario del montón. Llegó a Laguna Paiva desde el norte cuando tenía siete años. Al terminar la escuela primaria ingresó a los talleres. Tenía 14 años, épocas distintas, obreros analfabetos o con estudios primarios, algunos incompletos, la necesidad de mano de obra en una localidad que prometía y fue de importancia en el país, crisol de razas surgiendo sobre vías.

“Conocimos toda la Argentina en tren a través de nuestro trabajo”, comentó Rogelio Osorio. En 1958 a los 17 años, egresado de la Escuela Fábrica, ingresó de aprendiz junto a otros siendo discípulos de seis capataces, entre ellos Miguel Bazán era segundo capataz y al poco tiempo pasó a ser capataz general. Enseñaba la práctica en sección Levante, sin secretos, sin egoísmo, desarmando, armando y reacondicionando boggies, todo el sistema de rodado de vagón y sistema de enganches. “Bazán era de baja estatura pero su personalidad lo convertía en grande, tenía una didáctica natural para enseñar a los jóvenes, era capataz, no tenía necesidad de meterse bajo los vagones y ensuciarse, lo hacía con cada uno, enseñaba trabajando con paciencia de psicólogo, la teoría era otro tema”, agregó Osorio, sintiéndose privilegiado por haber tenido ese maestro.

José Antonio Suárez (Picha) ingresó como operario en los talleres en 1953. Conocía a Bazán por ser amigo de su padre: “Alegre, muy buen futbolista, trabajador y jamás faltaba al taller, fui ayudante y luego auxiliar oficial en la sección boggies, éramos 80, entrábamos a las 4 de la mañana, Miguel me recomendó para la sección Montaje”, contó Suárez, removiendo recuerdos.

Los relatos coinciden en el recuerdo de las experiencias y la confianza puesta en el capataz gaucho que los orientaba en la formación de la vida y trabajo, los recuerdos unen, día del aprendiz, día de primavera disfrutando el asado y guitarreadas con el capataz, formas diferentes de tratar, “pero no pasar por encima”. La palabra valía y quedó presente por siempre en ellos. Los reglamentos fueron cambiando con renovación de plantel de supervisores.

Luis González (Picuny) conoció a Miguel como futbolista” Muy buen jugador del Club Talleres, wing izquierdo, se desempeñaba mejor con zapatillas que con botines, tenía una rara habilidad en el campo de juego, fue uno de los fundadores del Club de bochas ferroviario”. “A mi papá lo tengo cerca del corazón”, dijo Mirtha del Valle, hija de Miguel Bazán, “con mis hermanas, Silvia, Irma y Teresa, aún extrañamos su alegría, se cumplen 20 años de su partida en Septiembre”.

 

Publicado por Cristina Mix
para el periódico regional El Santefesino, en Setiembre de 2010.